martes, febrero 11, 2020


EL MENSAJERO DIVINO

Las historias de ese pueblito de nombre Zapayán, son tan reales como sorprendentes.

 Yo las eh vivido, y también las eh sentido.

 Una de las que más me ha dado vueltas en la memoria, es la que me hiso conocer y entender un extraño concepto colectivo de fé.  

 Esta historia me la contó mi abuela Sixta Tulia en una de esas  noches fresca  con mi cabeza recostada en ella sentados en el quicio de la puerta de su casa, en un pueblo de calles de barro hasta las rodillas, en el que la mayor virtud de este, era que solo había luz eléctrica de cinco de la tarde a nueve de la noche, gracias a una escandalosa planta eléctrica del tamaño de un tractor, que alimentaba todo el pueblo con medio galón de ACPM diario.

 En total oscuridad me narraba historias que parecían fantásticas mientras con sus manos temblorosas me sacaba liendres al tiento.  Y al mismo tiempo saludaba con nombre propio a todas y cada una de las voces fantasmas que transitaban en medio de la calle.

 Hay me contó como una tarde de mayo en el 76 llego como un huracán, la revolución al pueblo entero.  en el que en solo dos horas el mundo se detuvo  y movilizó en romería a todas las mujeres y hombre adultos entre los 20 y los 50 años  específicamente

 Todos los habitantes andaban entre nerviosos y confundidos ya que desde hacía una semana atrás. Un pastor viajero, al parecer evangélico, llego a la pequeña plaza ubicada entre la iglesia y el puesto de salud, los que permanecían siempre cerrados porque los únicos encargados, el cura y el médico. Solo llegaban de visita por un día cada dos meses.

 Este nuevo desconocido armado de un rudimentario altavoz, a la misma hora durante 15 minutos diarios con biblia en mano se dedicaba a leer  nada más ni nada menos que el libro 1° de Reyes capítulo 20 versículos del 1 al 16  ese mismo que cuenta como  Ben-Adad, rey de Siria juntó a todo su ejército, y con él a treinta y dos reyes, con caballos y carros; y subió y sitió a Samaria, y la combatió. Y envió mensajeros a la ciudad a Acab rey de Israel, diciendo: Así ha dicho Ben-adad:

  ``Tu plata y tu oro son míos; míos son también tus mujeres y tus hijos más hermosos.

Tu plata y tu oro, y tus mujeres y tus hijos me darás. Además, mañana a estas horas enviaré yo a ti mis siervos, los cuales registrarán tu casa, y las casas de tus siervos; y tomarán y llevarán todo lo precioso que tengas.

 

Con exactitud diaria leía el mismo fragmento, con el agravante que día a día los feligreses se multiplicaban en número, lo hacían más por temor al castigo que pudiese ocasionar ignorar la palabra divina, venga de quien viniera. Que a la misma curiosidad de saber que era lo que ocurría.

El penúltimo día, el visitante que seguía siendo un desconocido, pero que ya lo visualizaban con aura de sagrado por el hecho que nadie lo había visto comer alimento alguno, tuvo una visión divina la que comunico insufacto a todos los presentes;

-Todos y cada uno de ustedes los que están aquí presente  y los que se han quedado en sus casas  tiene  razón en temer .

Aclaró de manera rotunda con la voz ronca y entre cortada del megáfono,

-Porque para mañana a esta hora los que ya han cumplido 20 años de edad, pero no 60, debe venir a este mismo sitio, ante la presencia del señor. Y deberán venir sin ninguna prenda de valor, sin dinero porque el oro y la plata no son divinos y en cambio son anclas del demonio.

-Déjalo todo en tu casa, envueltos en tela negra debajo de tu almohada y ven al lavatorio de espíritus o sigue viviendo en pecado.

Al día siguiente dos horas antes todos los pueblerinos en sus casas se preparaban quitándose los anillos, cadenas y relojes  dejándolos junto con la plata  en envoltorios negros tal cual se les había indicado, porque todos sentían la necesidad de salvación

Mi “tía la negra Roquelina” quien por sus limitaciones físicas le había sido difícil asistir a las 6 reuniones anteriores del enviado divino, pero que esta vez   estaba decidida a ir a la última cita con el espíritu de Dios, se desesperó al ver que no podía sacar el anillo de oro que llevaba desde casi tres décadas en el dedo anular de su mano derecha.

Ni jabón, ni mierda de gallina, Ni con manteca de cerdo tibia y mucho menos con la vela de cebo de chivo, logro sacar el ya opaco anillo sino que al contrario tanto esfuerzo y desesperación, le había hinchado el dedo.

En ese momento pensó que tal vez si hablaba con el pastor para que intercediera a modo de correo celestial o quizás si asistía con la mano envuelta en un trapo entre el tumulto de tanta gente de pronto no se daban cuenta, y así podría recibir la dichosa unción.  Y decidió salir a toda prisa a última hora y recorrer con la dificultad de la poliomielitis infantil, las 6 cuadras de distancia que la separaban de su casa hasta la placita donde ocurría el ya desbordado encuentro con Dios.

Al pasar por la tienda del primo José Manuel ubicada a mitad de camino, quien también se le notaba la tristeza de no asistir porque gracias a sus ahorros había logrado dos años atrás ponerse unas coronas y un  permanente diente de oro macizo el que hasta ese día era su orgullo y se convirtió en su ancla al infierno.

Y en el desespero ella miró hacia dentro y alcanzó a ver la solución sobre el mesón de madera rustica de la escueta tienda

Una pequeña pero intimidante guillotina metálica la misma con que  partían la panela en cuartos  para poder venderla al menudeo.

-     José ayúdame que me quedo sin la salvación

Grito mientras entraba casi a gatas en la tienda.

Y metió el dedo ensortijado hasta la última falange,  cerrando con desespero los ojos para no ver la desesperada  escena, en el mismo instante en que José se hincaba con ambos brazos para tratar de lograr un corte  limpio y rápido,   sintió ese frio tembloroso en su espalda ese que llega cuando la mente sabe que se avecina el dolor, como un dolor mental, previo al dolor fisico, y como la imagen de una vieja película veía como en cámara lenta todo al su alrededor,  y justo cuando el rollo de película comenzó de nuevo su velocidad normal, al escuchar pasar personas cerca y vieron que la romería venía en dirección contraria a la reunión entonces al preguntar qué había pasado y si ella se había quedado sin la salvación.

 Alguien respondió con voz de descontento;

-             -Nombre tranquila negra, hoy ya no vino Dios. a la plaza

       -Dicen que el pastor tambien se enfermó,  Porque tampoco 

        apareció

lo que si fue cierto era que la gente no entendió que poder divino logró desaparecer todos los envoltorios negros de debajo de las almohadas  de todas las casa del pueblo en tan solo 3 horas.

 

          tribuAparte... 2020

 

 

 







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